AMAZONÍA BAJO PRESIÓN

Una radiografía de las principales amenazas al bosque tropical más grande del mundo y el avance de su deterioro.

Por muchos años, la Amazonía ha llamado la atención del mundo por su biodiversidad, su extensa red hidrográfica, su diversidad cultural y el papel que juega en la regulación del clima por ser el bosque tropical continuo más extenso del planeta.

La Raisg cuenta con protocolos comunes para el levantamiento, la compilación, el análisis y la representación de los datos, con el objetivo de que los resultados sean entendibles en todos los países.

Se entiende la Amazonía como el conjunto de Amazonías nacionales ubicadas en Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, Guyana, Guyane Française, Perú, Suriname y Venezuela.

El reconocimiento de los derechos territoriales de los pueblos indígenas y el establecimiento de Áreas Naturales Protegidas son cruciales para el resguardo de la diversidad socioambiental.

La Amazonía no está a salvo del impacto de megaproyectos de infraestructura e industrias extractivas, como la construcción de carreteras y vías, la instalación de centrales hidroeléctricas y las concesiones de minería y petróleo.

Así como genera desarrollo de los mercados y de algunas sociedades, la construcción de carreteras incentiva la ocupación territorial, impulsa cambios socioambientales y genera contaminación ambiental.

La cuenca amazónica es vista, por gobiernos y otros actores, como una fuente inagotable de recursos hídricos útiles para la producción hidroeléctrica.

Los países de la Amazonía concentran vastas reservas de crudo, y las actividades de extracción, impulsadas por las expectativas gubernamentales de capitalizar estos recursos para activarla economía regional, amenazan al equilibrio ecológico.

En los últimos años, el incremento del precio del oro en el mercado internacional ha sido un incentivo para la expansión de esta actividad extractiva, y los llamados minerales estratégicos son nuevos elementos para explotar la región.

La transformación de ecosistemas naturales en áreas de uso agropecuario se produce por procesos de deforestación de ecosistemas forestales y de reemplazo de ecosistemas naturales no forestales.

Entre 2002 y 2018, todos los países de la Amazonía incrementaron la pérdida de selva nativa así como las actividades de extracción de madera.

La devastación de la región amazónica es impulsada también por la expansión de los cultivos de uso ilícito, una industria que es un vector importante de contaminación ambiental y que afecta los cursos de agua e impacta la biodiversidad.

El desarrollo ilegal de la extracción minera, especialmente de oro, alcanza al 17,3% (129) de las áreas naturales de conservación y al 10% (664) de los territorios indígenas de la región amazónica.

Sobre la base de unidades de análisis predefinidas de 2.000 km², encontramos que más de la mitad de la Amazonía (65,8%) se encuentra sometida a algún tipo de presión instalada o en curso.

La deforestación, las quemas y la pérdida de los stocks de carbono son evidencias o indicadores de la transformación, a gran escala, que se está dando en la Amazonía.

El fuego, herramienta empleada durante siglos por los pueblos indígenas en la Amazonía sin notorias transformaciones para el paisaje, ha sido utilizado a gran escala por otros actores en las últimas décadas.

La medición de la cobertura forestal para obtener estimaciones de cambios en la biomasa y el depósito de carbono, se ha convertido en una herramienta en la lucha contra el cambio climático.

La medición de la cobertura forestal para obtener estimaciones de cambios en la biomasa y el depósito de carbono, se ha convertido en una herramienta en la lucha contra el cambio climático.

Durante años, diversos estudios, investigaciones e informes han dado cuenta de la importancia de los TI y las ANP para la protección ambiental.

En la última década ha habido un ritmo acelerado de crecimiento de las Presiones y Amenazas, así como sus Consecuencias y Síntomas en la Amazonía.