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8.1 Síntomas y consecuencias - Deforestación

André Villas-Bôas / ISA, 2015.
La deforestación, las quemas y la pérdida de los stocks de carbono son evidencias o indicadores de la transformación, a gran escala, que se está dando en la Amazonía. Los detonantes de este proceso están asociados a actividades extractivas legales o ilegales (minería, hidrocarburos, madera, fauna y flora), actividades agropecuarias y obras de infraestructura (vialidad, represas, hidroeléctricas).

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Mapa: Deforestación en la Amazonía
La deforestación acumulada hasta 2018, considerando información a partir del año, 2000 alcanzó 513.016 km². Los detonantes varían en tipo e intensidad en diferentes sectores de la Amazonía. La velocidad con la que ha ocurrido esa pérdida de bosque ha variado en el tiempo. En ese sentido, para los primeros doce años, el promedio anual de deforestación fue más alto (30.854 km²/ año), mientras entre 2012 y 2018, fue de (23.796 km²/año). El valor máximo se registró en 2003, cuando más de 49.240 km² de bosque fueron eliminados. A partir de allí, la pérdida forestal comenzó a disminuir hasta situarse, en 2010, en poco más de 17.674 km², la marca más baja de todo el período (2000-2018). Sin embargo, desde 2015 la deforestación comenzó a subir, y en 2018 fueron talados más de 31.269 km² de bosque, el equivalente a un tercio de Portugal, lo que ubica a ese año en el quinto lugar en cuanto a pérdida forestal, para el período analizado.
Con referencia a las Amazonías nacionales, encontramos que en Venezuela, existe una ausencia de cifras oficiales, lo que dificulta la fiscalización y control de la pérdida de bosques amazónicos. Sin embargo, los datos de la Raisg revelan que, entre 2000 y 2018, se perdieron, al menos, unos 4.000 km² de estos bosques, debido a la expansión agropecuaria, que junto a la minería, principalmente ilegal y de crecimiento desordenado, han generado cambios importantes en esta región.

Ecuador, por su parte, perdió 7.006 km² de bosques amazónicos en el período 2000-2018, esto es equivalente a casi 19 veces la extensión de su capital, Quito.

En el caso de Perú, el Ministerio de Ambiente y el equipo de Raisg, reportan una pérdida de 22.848 mil km² de sus bosques amazónicos, entre 2001 y 2018. Las principales causas identificadas son la expansión de áreas con fines agrícola y ganaderos, la minería ilegal y la proliferación de cultivos ilegales.

Colombia, por su parte, vio como se perdieron, anualmente, entre 600 y 1.400 km² de sus bosques amazónicos por el avance de actividades agropecuarias –principalmente pastos–, la expansión de la infraestructura vial, la actividad petrolera y el acaparamiento de tierras, según cifras oficiales del Sistema de Monitoreo de Bosques y Carbono del IDEAM. Esto representa entre 10.800 y 25.200 km² de bosques tropicales amazónicos.

En Bolivia, un tercio (21.000 km²) de los 72.000 km² arrasados en cincuenta años en la Amazonía de Bolivia fue deforestado entre 2011 y 2018. En este período la deforestación se produjo a un ritmo anual de 2.600 km², siendo el peor registro en décadas.

El caso brasileño es el más grave, en términos de extensión afectada. En casi 50 años, el país perdió 18,9% de su bosque amazónico original (798.629 km²), lo que equivale a casi dos veces el tamaño de Alemania. Ninguna otra nación taló tanto en tan poco tiempo.
La mayor parte de la deforestación (87,5%) tuvo lugar fuera de las Áreas Naturales Protegidas y los Territorios Indígenas, lo que pone en evidencia la función protectora que cumplen estas unidades para con los ecosistemas naturales, boscosos y no boscosos. No obstante, 7,5% de la pérdida del bosque amazónico de la región ocurrió dentro de las ANP y 5,3% en los TI. De hecho, la tendencia dentro de las ANP y los TI es contraria a la regional, es decir, ha venido incrementándose la deforestación en todo el período. De esa forma, la pérdida anual de bosque en este tipo de figuras territoriales fue de 3.369 km² entre 2000 y 2012, mientras, entre 2012 y 2018, este índice pasó a 3.984 km², con máximos en 2017 y 2018.